martes, 18 de octubre de 2011

El adulto hiperactivo

El adulto hiperactivo

Seguramente el niño hiperactivo, sus padres, profesores y amigos digan: bendita moda que ha servido para saber lo que pasaba y ayudarle.

            Algunos te preguntan: ¿y dónde estaban antes los niños hiperactivos? En mi época nadie tomaba pastillas en el cole ni recibía terapias. Efectivamente, no tomaban pastillas ni iban al psicólogo, pero estaban ahí.

            Algunos sufrían fracaso escolar, otros se enganchaban a las drogas, eran unos marginados o calificados de psicópatas y los menos, con apoyo familiar y escolar iban saliendo adelante a duras penas. "Todos los adultos fueron niños alguna vez, pero pocos lo recuerdan" (A. de Saint-Exupéry)

            Esos niños ahora son adultos y es probable que sigan teniendo TDAH, pues su persistencia en la edad adulta en un número no despreciable de casos ha quedado demostrada por diferentes estudios. Se estima que entre el 1 el 5% de la población general adulta podría padecer un TDAH de diferente intensidad.

            Hace unos años atendimos a una mujer joven que no había conseguido terminar sus estudios y que su inatención le dificultaba realizar las tareas cotidianas por continuos "despistes". Tras una evaluación completa le diagnosticamos de TDAH. Su marido llamó muy enfadado y me preguntó "si estaba colegiado".

            Parece como si fuera un insulto. Lo habitual es que el adulto se alegre de encontrar solución a tantas dificultades con las que lleva bregando sin éxito muchos años. Me decía un joven periodista: "es genial, ahora cuando trabajo, trabajo… ya no estoy marcando goles desde el medio del campo o matando terroristas en inhóspitas cuevas de Libia"

            En el TDAH se pueden dar síntomas sólo de hiperactividad-impulsividad, sólo de inatención, o una combinación de ambos. Los adultos con TDAH suelen tener un estilo de vida caótico, con importante inatención, dificultad de concentración, inquietud, dificultad para estar quietos, labilidad emocional, impulsividad y dificultades para organizar sus tareas, su tiempo y su agenda. (Los síntomas principales se describen en una tabla más abajo).

            El diagnóstico se realiza a través una entrevista con un médico psiquiatra o con un psicólogo que hará una historia clínica, empleará algunas escalas y test específicos que ayudan a conocer mejor los síntomas y valorará la conveniencia de realizar una exploración neuropsicológica más detallada.

            Esta exploración consiste en una serie de pruebas que evalúan "funciones del cerebro" como la inteligencia, la planificación de estrategias, la capacidad de conceptualización, la flexibilidad cognitiva, la memoria, la resolución de problemas, el mantenimiento de la atención y otras.

            Podríamos pensar que si ya son adultos, no es necesario hacer nada. El criterio para decidir si tiene interés acudir al médico o no es la interferencia que estos síntomas generan en la vida cotidiana: en el trabajo, en la familia y en las relaciones interpersonales.

            Además hemos de saber que el TDAH es un factor de riesgo para desarrollar un trastorno por abuso de sustancias o un trastorno antisocial de la personalidad, bien lo saben los profesionales que trabajan en los Centros de Atención al Drogodependiente.

            Lo bueno de todo esto es que tiene tratamiento. Lo mejor es realizar un plan terapéutico que combine en la proporción necesaria varios aspectos: fármacos, psicoterapia, psicoeducación, rehabilitación de las funciones cognitivas, la actitud personal y el diseño de un entorno (familiar, social, laboral) que promueva la recuperación.

            Se emplean fármacos psicoestimulante como el Metilfenidato y no estimulantes, como la Atomoxetina (aunque este no está aun aprobado en Europa para los adultos), pero no es "la pastillita mágica". El que la toma además habrá de esforzarse para poder llevar a cabo las funciones que ahora le facilita la química.

            Para que este esfuerzo dé el mayor resultado posible, lo mejor es recibir una psicoeducación que permita aprender todo lo que se pueda sobre el TDAH, evitar las creencias erróneas y las culpas inútiles, que la familia sepa comprender, cómo comportarse y ayudarle.

            También ayudará una psicoterapia estructurada que facilite retomar la confianza en las propias capacidades, la observación y conocimiento de sus dificultades, la organización, la solución de problemas y el control de impulsos.

            Lo habitual es que se requiera un tratamiento más intenso durante una temporada y después se valore la conveniencia de continuar con sesiones y/o medicación de mantenimiento.

            Ya sea por moda o por buena praxis, ojalá que todas las personas con TDAH puedan ser atendidas y se les ayude a vivir mejor.

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES SÍNTOMAS DEL TDAH

            Son personas que con frecuencia tienen problemas para terminar los detalles finales de un proyecto una vez que las partes más difíciles han sido concluidas, que les cuesta tener las cosas en orden cuando tienen que hacer una tarea que requiere organización, tienen dificultad para recordar reuniones de trabajo u otras obligaciones, cuando tienen una tarea que requiere mucha concentración la evitan o retrasan su inicio, mueven o retuercen sus manos o pies cuando llevan sentados mucho tiempo y frecuentemente se sienten impulsados a hacer cosas, como si les moviera un motor.

            La expresión del TDAH en cada persona puede ser diferente y esta hiperactividad motora puede verse en una apariencia nerviosa, le cuesta estar sentado y por ejemplo no termina de ver las películas, no aguanta mucho leyendo el periódico o un libro. A veces es una inquietud expresada con tamborileos, movimientos de pies o de manos, retorcer la postura, levantarse o jugar con algún objeto (llaves, bolígrafo).

            La hiperactividad conductual puede manifestarse en la tendencia a pasar de una tarea a otra sin claro propósito. Suelen ser muy habladores y escuchar poco, con tendencia a interrumpir con impaciencia y puede dar la sensación de que no escuchan (o realmente no escuchar).

            La impulsividad puede presentarse como tendencia a decir lo primero que llega a la mente, problemas para seguir las normas establecidas, impaciencia o problemas por la impulsividad conductual: accidentes de tráfico, consumo de sustancias como automedicación (nicotina, alcohol, cafeína, cocaína) o conductas adictivas (juego, apuestas, compra, comidas, exceso de actividades, sexo), conductas antisociales o búsqueda frecuente de estimulación intensa.

            Las dificultades atencionales se expresarán como incapacidad para recordar las cosas, cumplir las citas, organizarse el tiempo o dificultades en la concentración. Se distrae fácilmente con ruidos o actividades alrededor, con problemas para enfocar la atención, tendencia a desconectar, ser olvidadizos, extraviar objetos (llaves, bolso), cometer excesivos errores en el trabajo o tendencia a llevar a cabo varias tareas a la vez con problemas para continuar y terminarlas.

            Le cuesta relajarse y estar tranquilo cuando tiene tiempo para él y puede presentar variaciones entre la sensación "de bajón" y una ligera euforia. Tantas dificultades durante tantos años pueden facilitar un sentimiento de inseguridad, con baja autoestima y la sensación de que no son capaces, con baja tolerancia a la frustración, sentimiento de fracaso o de que no llegan a los objetivos.

Carlos Chiclana es médico psiquiatra (www.doctorcarloschiclana.com).
 

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