Katya Rubia, del Instituto de Psiquiatría Maudsley del King's College de Londres: Llegará el día en que los pacientes hiperactivos podrán ayudarse a sí mismos controlando su propia falta de atención.
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Katya Rubia, del Instituto de Psiquiatría Maudsley del King's College de Londres y gurú del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) ha estado en Madrid recientemente con motivo de su participación en la IV Jornada Científica de la Fundación Alicia Koplowitz.
En una entrevista concedida al diario "El Mundo" Rubia afirma "estar segura de que llegará el día en que los pacientes hiperactivos podrán ayudarse a sí mismos controlando su propia falta de atención". España es uno de los países que más está investigando esta posibilidad mediante el uso de bio-feedback por medio de la electroencefalografía.
Cuando se le pregunta si todavía hoy existen médicos que se resisten a creer en la existencia del TDAH, Rubia señala que existe información, sobre todo procedente de EEUU, que niega el trastorno y acusa a los psiquiatras infantiles de estar sobremedicando a la población infantil. Defienden que se trata de niños con problemas de comportamiento o excesivamente inquietos, de los que han existido siempre.
El TDAH es un trastorno muy grave que, cuando no se trata, afecta a todas las esferas de la vida... relaciones sociales y familiares, además de conducir al fracaso escolar. El 50% de los niños, afortunadamente, se cura, pero el resto termina arrastrando los problemas de falta de atención e impulsividad. Son personas que no suelen permanecer en un trabajo por mucho tiempo, cambian a menudo de pareja, no terminan un libro y tienen más accidentes de tráfico. Su impulsividad se suma a la búsqueda incansable de sensaciones fuertes, de ahí que sean personas que suelen practicar deportes de riesgo o que consumen drogas.
Sobre qué sucede en el cerebro de un niño hiperactivo, la especialista indica que los estudios destacan que una de las zonas más involucradas son los lóbulos parietal y temporal. Áreas que están infradesarrolladas y que además tienen anomalías tanto estructurales como funcionales. Además, se ha demostrado que este trastorno está acompañado de un retraso de maduración cerebral, concretamente en el grosor cortical. En las personas sanas, a los siete años, esta región alcanza su tope de grosor,en los niños hiperactivos, en cambio, este momento se retrasa hasta los 10 ó más años.
Sobre el tratamiento de este tipo de niños más allá de lo puramente farmacológico, Rubia hace hincapié en que los afectados que además reciben terapias que modulan el comportamiento evolucionan mejor que los que sólo se medican. La disciplina, por ejemplo, juega un papel prioritario a la hora de enseñar el autocontrol, pero en las sociedades modernas actuales hay menos disciplina. Los padres también tienen que aprender a saber cómo tratar a estos niños
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