El 40% de los niños con TDAH mantiene el trastorno de adultos
El trastorno es uno de los más frecuentes en la infancia, y afecta a un 5% de los pequeños
No tiene una causa determinada ni cura
Los últimos estudios apuntan a que es tan prevalente en niños como en niñas
“El niño no se está quieto, es torpe, se cae, revoltoso y distraído”.
No es infrecuente que unos padres se quejen así de su hijo, y mucho
menos en la consulta de un psiquiatra infantil. Lo más probable es que
se trate de un caso de trastorno por déficit de atención e
hiperactividad (TDAH por sus siglas en español, ADHD en inglés), un
problema que afecta a alrededor del 5% de los menores de siete años,
según ha explicado José Ángel Alda, jefe del servicio de Psiquiatría y
Psicología del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Es, por tanto, de
los trastornos psiquiátricos más frecuentes a esas edades.
Pero sus efectos no acaban ahí. Aunque hay una parte (la hiperactividad y la impulsividad) que se puede ir reconduciendo con la edad, hay otra, la de la pérdida de atención, que se mantiene toda la vida. Por eso puede decirse que hasta un 40% de los niños con TDAH también lo tienen de mayores. Se trata de una complicación con importantes comorbilidades (hay otras enfermedades asociadas, como la depresión o la psicosis), crónica y que tiene implicaciones emocionales y profesionales.
Parece claro que hay una causa genética en el trastorno, que puede explicar entre el 50% y el 75% de los casos, ha dicho Esther Cardó, neuropediatra del hospital Son Llazer de Palma de Mallorca, pero hay otros factores, desde los ambientales –que la madre fuera fumadora o bebedora, que el niño se expusiera a daños cerebral grave- hasta otros neuroquímicos. Y también está cada vez más seguro que hay una falta de desarrollo en el lóbulo frontal del cerebro implicado, indica la neruopediatra. Esto quiere decir que la causa no está en la educación ni el entorno, tranquiliza Alda a los padres.
Pese a su frecuencia y a que se conoce desde hace más de un siglo –y se estableció su definición en los manuales DSM, los catálogos mundiales de enfermedades, en 1980-, todavía no hay un método analítico para diagnosticarlo. La falta de desarrollo de algunas áreas del cerebro no bastan, dice Cardó, y todo queda en un análisis clínico, del comportamiento del niño. Es decir, todo depende de lo que cuentan padres, profesores y lo que ve el propio especialista, por lo que pueden darse casos de infradiagnóstico o de todo lo contrario. “No todo lo que se mueve es TDAH”, ejemplifica Alda.
Tradicionalmente, se ha considerado que es un trastorno que afecta más a niños que a niñas. La literatura habla de una proporción de cuatro a uno. Pero un estudio dirigido por Cardó en baleares arroja que la proporción puede ser casi de 50%. La neuropediatra opina que esto se puede deber a que en el caso de las niñas haya una mayor cantidad de casos de déficit de atención. Entonces, como no molestan, pasan más inadvertidas que la hiperactividad de los niños.
Los expertos presentaron una nueva guía para el diagnóstico y el tratamiento. También una iniciativa, llamada Pandah, una propuesta multidisciplinar para para analizar su impacto y prever futuros escenarios en la evolución del trastorno.
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Pero sus efectos no acaban ahí. Aunque hay una parte (la hiperactividad y la impulsividad) que se puede ir reconduciendo con la edad, hay otra, la de la pérdida de atención, que se mantiene toda la vida. Por eso puede decirse que hasta un 40% de los niños con TDAH también lo tienen de mayores. Se trata de una complicación con importantes comorbilidades (hay otras enfermedades asociadas, como la depresión o la psicosis), crónica y que tiene implicaciones emocionales y profesionales.
Parece claro que hay una causa genética en el trastorno, que puede explicar entre el 50% y el 75% de los casos, ha dicho Esther Cardó, neuropediatra del hospital Son Llazer de Palma de Mallorca, pero hay otros factores, desde los ambientales –que la madre fuera fumadora o bebedora, que el niño se expusiera a daños cerebral grave- hasta otros neuroquímicos. Y también está cada vez más seguro que hay una falta de desarrollo en el lóbulo frontal del cerebro implicado, indica la neruopediatra. Esto quiere decir que la causa no está en la educación ni el entorno, tranquiliza Alda a los padres.
Pese a su frecuencia y a que se conoce desde hace más de un siglo –y se estableció su definición en los manuales DSM, los catálogos mundiales de enfermedades, en 1980-, todavía no hay un método analítico para diagnosticarlo. La falta de desarrollo de algunas áreas del cerebro no bastan, dice Cardó, y todo queda en un análisis clínico, del comportamiento del niño. Es decir, todo depende de lo que cuentan padres, profesores y lo que ve el propio especialista, por lo que pueden darse casos de infradiagnóstico o de todo lo contrario. “No todo lo que se mueve es TDAH”, ejemplifica Alda.
Tradicionalmente, se ha considerado que es un trastorno que afecta más a niños que a niñas. La literatura habla de una proporción de cuatro a uno. Pero un estudio dirigido por Cardó en baleares arroja que la proporción puede ser casi de 50%. La neuropediatra opina que esto se puede deber a que en el caso de las niñas haya una mayor cantidad de casos de déficit de atención. Entonces, como no molestan, pasan más inadvertidas que la hiperactividad de los niños.
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