Marginal al TDAH por tener un cazo colgando de por vida, cuando realmente absolutamente todos nosotros tenemos otro cazo, similar o gran grande. Pero es tanta la marginación y humillación que se sufre por parte del sistema educativo español, que acabamos escondiendonos y haciendo lo que haga falta por sobrevivir.
El cazo de Lorenzo, no simboliza el cazo de un niño con TDAH, simboliza el cazo que todos los humanos tenemos.
Mi intención es destacar y dejar bien claro que de entre todos los niños a los que se les está colgando la etiqueta de TDAH hay un colectivo que está siendo especialmente mal atendido y no es otro que el de los niños adoptados. Se desprecia su historia en su país de origen, su mundo emocional (cuando nadie le ayudó a gestionar las emociones), se desprecia su dolor (duelo a una madre, a una familia, a un país, a una cultura) y se les quita la posibilidad de adaptación exigiéndoles rapidez y eficacia en los cambios (nuevo idioma, nueva familia, nuevas asignaturas). Y todo esto queda aniquilado en el diagnóstico con una frase en el informe como: “Sin eventos significativos en su vida”. A estos niños les ha tocado vivir, muchas veces nada más nacer o incluso antes, una situación especialmente dura, tanto que muchos de nosotros no viviremos nada igual en nuestras vidas. Muchos de ellos, al nacer, no encontraron a nadie para recibirlos con los brazos abiertos y abrazarlos y durante el tiempo que permanecieron institucionalizados pasaron múltiples deprivaciones: escasa o nula estimulación, mala alimentación, falta de afecto, falta de generación del vínculo de apego, malos tratos. Y ya hace que está demostrado (Estudios de Rutter en Hungría con niños institucionalizados) que las deprivaciones en edades tempranas, esto es de 0 a 3 años, tienen consecuencias gravísimas en el desarrollo del niño. Un ejemplo. Para todos los niños adoptados la separación de su madre biológica, aunque sea nada más nacer, es una situación traumática: han sido abandonados por lo único con lo que han tenido relación durante unos 9 meses. Ya tenemos un primer trauma. Después pasan una temporada en el orfanato, que pueden ser 10 meses o 10 años, durante los cuales no son capaces de establecer un apego seguro con ningún cuidador pues no siempre viene el mismo ni tampoco viene siempre cuando lo necesitan y además durante todo este tiempo en el orfanato están mal alimentados. Yo creo que todo esto son eventos bastantes significativos. Finalmente son adoptados por una familia que los adora y que cuida de ellos como siempre merecieron, aunque ciertas personas no se lo pongan fácil.
Final feliz: pues si pero no.
Todos estos acontecimientos tienen su consecuencia. Por ejemplo algunos estarán en un estado de “hipervigilancia” que les impedirá atender o lo expresaran con nerviosismo o hiperactividad. No intentaré justificar lo que digo ya que mi única formación en este tema es la de mi día a día con mi hijo y lo que me han enseñado amigos que sí se dedican profesionalmente a los niños, pero existe mucha literatura al respecto que explica como cuando se activa nuestro “sistema de alarma” empezamos a funcionar con un “programa automático” que tenemos: Huida, lucha, evitación, paralización. Resulta que si atendemos a la biografía particular de estos niños hasta yo, pobre profano, soy capaz de encontrar una explicación a esos “síntomas” diferente a la del neuropediatra que afirmó que tenía TDAH. Seguro que ya saben ustedes que el diagnóstico de Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es un diagnóstico de descarte. Como no existe a fecha de hoy ninguna prueba médica ni ninguna base fisiológica demostrada para diagnosticarlo de forma objetiva, sino que dependerá del “ojo clínico”, lo que se tiene que hacer es descartar que exista cualquier otra razón que explique la dificultad de atender y la hiperactividad para poder hablar de TDAH. Y entre los niños adoptados, muchas veces, se pueden encontrar esas causas y trabajar con el niño y su entorno para ayudarles sin administrarles anfetaminas. Pero es que la administración de estos fármacos a niños adoptados tiene un riesgo adicional ya que según un artículo publicado recientemente en psiquiatria.com hay evidencia, explicada desde la teoría de la traumatogénesis, de “que existe una susceptibilidad individual de algunos sujetos a presentar síntomas psicóticos tras la toma de MTF y que por alguna razón podría estar relacionado con condiciones extremas durante el embarazo y/o los primeros años de vida del niño”².
Mi opinión es que los riesgos de diagnosticar a estos niños como TDAH sin tener en consideración su particular biografía son muchos y muy graves, lo que debería hacer que un profesional (ya sea pediatra de atención primaria, maestro o psicólogo) que se encuentra con estos niños y con esta sintomatología fuese cauto y antes de derivarlos a salud mental o a un neurólogo lo hiciera a alguien preparado específicamente en el manejo del trauma y el abandono.
Concluyendo podríamos decir que los síntomas que presentan algunos niños adoptados pueden llevar a diagnósticos equivocados de TDAH a menos que se tenga en consideración su procedencia y los posibles traumas que hayan podido sufrir. Afortunadamente cada vez más psicólogos se están preparando en este sentido y el tema se está difundiendo en más medios, esperemos que sirva para tratarlos con el respeto que se merecen y no les hagamos sufrir más de lo que ya lo han hecho.
Autores:
Jordi Badia, autor del blog YO
AMO A ALGUIEN CON...¿TDAH?.
Eduardo Barca, psicoterapeuta infantil.
Eduardo Barca, psicoterapeuta infantil.