LUIS ROJAS MARCOS
El profesor y catedrático en Psiquiatría Luis Rojas Marcos, sevillano de 65 años, también tuvo la ocasión de prender un fuego cuando era pequeño. "De niño me fui a la playa con unos amigos y se me ocurrió la gran idea de prender un fuego con matorrales. De ahí, directamente vino a buscarme la Guardia Civil".
Rojas Marcos asegura que "me sentía mal, pero eso ya era una costumbre en mi". Uno de sus mayores problemas era que no podía parar de moverse y no se concentraba en nada, "me cambiaban continuamente de colegio, y siempre era la misma historia, por lo que me sentía un inadaptado integral". Incluso asegura el psiquiatra que "los Jesuitas le dijeron a mis padres: 'Por favor, llévenselo de nuestro centro. No le aguantamos'".
Para el hoy prestigioso galeno, los suspensos en el colegio se amontonaban y sus padres no sabían que hacer por su continua distracción y el exceso de energía, hasta que una profesora le recomendó tocar la batería. Este hecho cambió su vida ya que "se me daba muy bien. Tenía un talento especial para la música, y si tienes oído para la música lo tienes para los idiomas. Sentí que era bueno en algo y eso me animó profundamente. Nunca olvidaré a aquella profesora".
Rojas Marcos empezó medicina con un gran sacrificio, según su palabras, y cuando estaba estudiando los exámenes finales encontró –con total desconocimiento- la solución a sus problemas: "Tomaba un psicoestimulante parecido al metilfenidato que me facilitaba el hecho de poder concentrarme. Sacaba unas notas excelentes y mis padres no se lo podían creer. Sin saberlo, me estaba autotratando para mi TDAH". Logró doctorarse y conseguir luego la cátedra, y todo a pesar de que de pequeño, cuando le decía a sus padres que quería ser médico, "casi me miraban con pena". Pero su hiperactividad bien conducida le ha permitido volcarse en su profesión de médico.
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